Uno de mis escritores favoritos es Tom Sharpe, al que rindo homenaje en esta bitácora no sólo dedicándole unas líneas sino dándole a mi nueva aventura en la blogosfera el título de una de sus divertidas obras, Una dama en apuros. El octogenario novelista británico, afincado en la Costa Brava, presume de ser uno de los autores que más hace reír de nuestros días. Sus novelas, repletas de disparatadas escenas, sorprendentes conflictos y situaciones extremas como la inolvidable explosión de doscientos cincuenta preservativos inflados de gas natural en Zafarrancho en Cambridge o el procedimiento utilizado por Lockhart Flawse para desalojar a sus vecinos en El bastardo recalcitrante, nos ayudan a hacernos una idea de cuan lejos puede llegar la endiablada imaginación del autor, que además aprovecha la mínima oportunidad para lanzar un ataque al sistema educativo inglés, desacreditar a la policía o realizar una feroz crítica de la política del país.
La peculiar galería de personajes de Sharpe alberga retratos de voluminosas mujeres de fuerte carácter, hombres necios y absolutamente tarados y caballeros ingleses ligados firmemente a las costumbres del pasado. Pero su personaje más afamado y extravagante es Wilt, envuelto en un aura de imprudencia y torpeza que hace de él uno de los antihéroes de la literatura más relevantes de los últimos años.
Las aventuras de Henry Wilt se dividen en cuatro novelas. La primera, publicada en 1976 bajo el título de Wilt a secas es una comedia singular, fresca, de ritmo frenético y lectura rápida. En ella, Sharpe nos presenta a un profesor de humanidades de un centro de formación profesional totalmente desmotivado. Sus alumnos -fontaneros, instaladores de gas...- no parecen muy entusiasmados con la idea de asistir a sus clases. Mientras, su esposa Eva se entrega con absoluta dedicación a cualquier actividad o moda pasajera que aparezca en el barrio: yoga, meditación trascendental, alfarería o reciclaje orgánico. Ante este panorama, Wilt sólo puede concebir una vida propia sin las inquietudes de Eva. Así que cada día, cuando saca a pasear al perro, imagina diferentes formas de asesinarla.
La llegada de unos nuevos vecinos bastante inusuales, que proclaman la liberación sexual de la mujer, tienen todo un arsenal de juguetes eróticos y utilizan expresiones tan jugosas como nene pene, ninfomaníaca o chupar las tetillas, trastocará la monotonía de la pareja. Un día, Eva desaparece y en las inmediaciones de la escuela, donde trabaja el desafortunado profesor protagonista, la policía halla, bajo toneladas de hormigón, una muñeca hinchable vestida con la ropa de la señora Wilt. Un cúmulo de casualidades sin sentido hace que Wilt sea considerado el principal sospechoso.
Uno de los textos más desternillantes que nos ofrece el autor en esta obra lo encontramos en el interrogatorio. Surrealista, divertido y absurdo.