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sábado, 15 de enero de 2011

Más vale tener suerte que talento


"Aquel que dijo más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuantas cosas se escapan a nuestro control. En un partido, hay momentos en que la pelota golpea el borde de la red, y durante una fracción de segundo puede seguir hacia delante o caer hacia atrás. Con un poco de suerte sigue hacia adelante, y ganas. O no lo hace, y pierdes."

(Woody Allen, Match Point)

miércoles, 21 de abril de 2010

2 días en París.


A las orillas del Sena no todo es amor, romance y sueños de juventud, también hay lugar para situaciones disparatadas, absurdos y paranoias infantiles. 2 días en París (2006) no es la típica comedia romántica a la que nos tiene acostumbrados la cartelera. Es una película sencilla, a la vez que surrealista, repleta de buenas intenciones.


Bajo la influencia del acertado y excéntrico humor woodilianesco, 2 días en París habla del amor defectuoso y auténtico, de la absurda búsqueda del príncipe azul (sueño infantil de la mujer inmadura actual), de las relaciones de pareja, la pérdida de la confianza y la reconciliación. Su protagonista masculino, Jack (Adam Goldberg), es un americano hipocondríaco, desconfiado e irónico. Sólo su aspecto y tatuajes lo alejan del redundante personaje fetiche de Woody Allen. Su antagónica es Marion (Julie Delpy), francesa, tranquila y liberal. La pareja, tras pasar unas vacaciones repletas de malentendidos en Italia, realiza, antes de regresar a Estados Unidos, una pequeña parada en París para recoger al gato de Marion. Se instalan en el minúsculo apartamento de ella, un habitáculo estrafalario y desaliñado que enerva la paciencia de Jack. En la planta baja viven los padres de Marion, a los que Jack todavía no conoce. El choque cultural no se hace de esperar.


La francesa Julie Delpy, guionista y directora de 2 días en París además de actriz, se ríe de si misma y con los suyos. Recurre al tópico parisien, del artista, del pintor y poeta. Reuniones de intelectuales regadas con vino y ostras. Extrañas interpretaciones del arte y visiones contemporáneas del sexo que perturban la rutina de sus protagonistas. Sobre todo la de Jack, que sin hablar francés tiene que lidiar entre ex novios de Marion y taxistas borrachos. Todo es raro, diferente y desesperante para él.


Julie Delpy reconfigura la escena tradicional. Los barrios, callejuelas y mercados cobran un protagonismo especial, encantador y bohemio que sustituye a las habituales imágenes parisinas. Y sus casas, vecinos, gritos, goteras y moho desplazan a los portentosos alojamientos turísticos.

Rodada con sencillez y sin mayores pretensiones, 2 días en París despierta simpatía, transmite frescura y crea un clima de reflexión final. Los ingredientes perfectos para una comedia romántica ‘imperfecta’.

viernes, 26 de febrero de 2010

Si la cosa funciona.



Si la cosa funciona (Whatever works, 2009) significó el regreso de Woody Allen a los escenarios neoyorquinos recuperando la esencia de la ciudad, esa vorágine que lo cambia todo y que parece no tener vuelta atrás. El ambiente ruidoso y ciertamente desquiciante de la Gran Manzana parece empatarse con sus personajes. Inconfundibles. Los de siempre. Los de Allen. Su protagonista Boris Yellnikof (Larry David), un profesor universitario misántropo, hipocondríaco, suicida y malhumorado, rescata la personalidad del eterno Woody Allen llevado al extremo de su propia existencia. Junto a él, Melodie (Evan Rachel Wood), una jovencísima chica del sur, ávida de experiencias, que escapa de casa con una maleta repleta de curiosidad y optimismo y los padres de ésta, un matrimonio antediluviano, reprimido, cercado por las circunstancias del lugar donde les tocó vivir, en busca de una nueva oportunidad. Todos ellos configuran este particular cuadro cinematográfico sobre las relaciones sociales y personales que sin mayores pretensiones que, aparentemente, las de entretener, nos regala una reflexión acerca de nosotros mismos, nuestras expectativas, deseos y las de los demás.

Para Woody Allen el hecho de que algo funcione ya parece colmar las expectativas de la eterna, y en ocasiones, decepcionante, búsqueda de la felicidad que el cine, el arte y las letras han introducido en nuestro imaginario colectivo provocándonos un extraña frustración irremediable. En cambio, en Si la cosa funciona los fracasos, errores, desatinos y absurdos de nuestra vida consiguen perder valor gracias a la ironía tan característica de las películas de Woody Allen, donde la diferencia de edad en la pareja, la homosexualidad y los ménage à trois adquieren un matiz diferente, dotándolos de algo entrañable y divertido.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Fabulosa Vicky Cristina Barcelona



Woody Allen es uno de los directores de cine más prolíficos que podemos encontrar en el panorama actual. Con una periodicidad casi anual nos ofrece nuevos y divertidos guiones. Inteligentes y reflexivos. Una vez superada con nota alta su etapa londinense (Match Point, Scoop y Cassandra´s Dream), Allen recuperó el favor de la crítica y público estadounidense con Vicky Cristina Barcelona (2008).

Rebecca Hall y Scarlett Johanson interpretan a Vicky y Cristina, dos jóvenes americanas que llegan a Barcelona con propósitos diferentes. El personaje interpretado por Rebecca Hall, Vicky, está preparando una tesis sobre la cultura catalana. Es una mujer tradicional y está comprometida. Mientras, su gran amiga Cristina prefiere las relaciones pasionales y vehementes. Una noche, el carismático y seductor pintor Juan Antonio (Javier Bardem) las invita a pasar un fin de semana en Oviedo, desencadenando un lío amoroso poco convencional.


El cineasta neoyorquino retrata a una clase alta atormentada por las dudas, en busca de nuevas experiencias en contradicción con la aparente moralidad de su entorno -la cómoda y monótona existencia junto al marido o la bohemia y seductora nueva vida con el amante-. Las preguntas sobre el sentido de la vida y las relaciones de pareja se suceden, como en sus anteriores películas, entre salones perfectamente decorados y salas de arte, en compañía de incipientes escritores, pintores y actores de teatro. Ambientes lujosos, charlas regadas con buen vino y una fotografía cálida y sugerente.



Pero el plato fuerte y chistoso de esta historia nos lo sirve, bajo una imagen de chiflada y neurasténica, Penélope Cruz, que interpreta a la temperamental, visceral y trastornada ex mujer de Juan Antonio. Papel que le valió el Oscar a la Mejor Actriz Secundaria en 2009. La aparición de Pe en escena aporta un nuevo ritmo a la cinta gracias a los desequilibrios que sufre el personaje, demente y frágil. Inseguro y vacilante ante la búsqueda de una experiencia sentimental plena.


Parece imposible rodar esta tórrida historia en otro lugar que no sea Barcelona, brillante y cálida bajo la influencia de la luz del Mediterráneo. Los espacios abiertos y colores de Oviedo también resultan irremplazables. Las Ramblas y la arquitectura de Gaudí se suceden con un ritmo y una rapidez casi mágica de la mano del director de fotografía Javier Aguirresarobe.

En la banda sonora encontramos desde la desenfadada y pegadiza canción Barcelona de Giulia y los Tellarini hasta seductoras melodías flamencas como Entre dos Aguas de Paco de Lucía o Asturias de Juan Quesada. Fascinante e insinuante resulta también Big Brother de The Stephane Wrembel Trio.