miércoles, 21 de abril de 2010

2 días en París.


A las orillas del Sena no todo es amor, romance y sueños de juventud, también hay lugar para situaciones disparatadas, absurdos y paranoias infantiles. 2 días en París (2006) no es la típica comedia romántica a la que nos tiene acostumbrados la cartelera. Es una película sencilla, a la vez que surrealista, repleta de buenas intenciones.


Bajo la influencia del acertado y excéntrico humor woodilianesco, 2 días en París habla del amor defectuoso y auténtico, de la absurda búsqueda del príncipe azul (sueño infantil de la mujer inmadura actual), de las relaciones de pareja, la pérdida de la confianza y la reconciliación. Su protagonista masculino, Jack (Adam Goldberg), es un americano hipocondríaco, desconfiado e irónico. Sólo su aspecto y tatuajes lo alejan del redundante personaje fetiche de Woody Allen. Su antagónica es Marion (Julie Delpy), francesa, tranquila y liberal. La pareja, tras pasar unas vacaciones repletas de malentendidos en Italia, realiza, antes de regresar a Estados Unidos, una pequeña parada en París para recoger al gato de Marion. Se instalan en el minúsculo apartamento de ella, un habitáculo estrafalario y desaliñado que enerva la paciencia de Jack. En la planta baja viven los padres de Marion, a los que Jack todavía no conoce. El choque cultural no se hace de esperar.


La francesa Julie Delpy, guionista y directora de 2 días en París además de actriz, se ríe de si misma y con los suyos. Recurre al tópico parisien, del artista, del pintor y poeta. Reuniones de intelectuales regadas con vino y ostras. Extrañas interpretaciones del arte y visiones contemporáneas del sexo que perturban la rutina de sus protagonistas. Sobre todo la de Jack, que sin hablar francés tiene que lidiar entre ex novios de Marion y taxistas borrachos. Todo es raro, diferente y desesperante para él.


Julie Delpy reconfigura la escena tradicional. Los barrios, callejuelas y mercados cobran un protagonismo especial, encantador y bohemio que sustituye a las habituales imágenes parisinas. Y sus casas, vecinos, gritos, goteras y moho desplazan a los portentosos alojamientos turísticos.

Rodada con sencillez y sin mayores pretensiones, 2 días en París despierta simpatía, transmite frescura y crea un clima de reflexión final. Los ingredientes perfectos para una comedia romántica ‘imperfecta’.