Hacia tiempo que no devoraba un libro con verdadera fruición, de forma rápida y ágil, haciendo caso omiso del reloj, de la madrugada o del sueño. Vertiginosamente, como un ratón de biblioteca, fui engullendo sus páginas, desde la primera a la última, sin interrupción.
Es cierto que tan sólo se trataba de una recopilación muy breve (y acentúo, muy breve) de relatos, de historias y anécdotas, fáciles y asequibles. Un delicioso cóctel de experiencias. De las que atrapan. Escritas sin artificios y de manera simple. Una combinación de fábulas convenientemente desprovistas de figuras retóricas que compliquen innecesariamente su comprensión con el fin de compartir con el lector las vivencias y moralejas que han conformado la vida y obra de quien las escribe. Es como sentarse en un café y escuchar a un amigo de toda la vida hablarnos sobre las lecciones y enseñanzas que le han procurado los años.
La manera en que las casualidades y el destino perturban y conforman nuestra existencia es el punto de inflexión de El cuaderno rojo de Paul Auster, es decir, el cómo la espontaneidad de un hecho puede condicionar el resto de nuestra vida. Una reflexión sobre encuentros y coincidencias, sucesos inconscientes y las consecuencias en el devenir de nuestra propia historia. El cómo la biografía de alguien se basa en gran medida en la suerte, rebelde e imprevista.
Además, resulta más que curioso observar cómo todas esas vivencias personales que relata el autor han sido volcadas en sus novelas. Constituyen pequeños guiños a la realidad, fácilmente reconocibles en la narración. Rastros y señales sobre su propia vida y reminiscencias a aquellos relatos que familiares y amigos compartieron con él sin pensarlo dos veces, de forma tan generosa como él ha hecho con nosotros en El cuaderno rojo.
Un ejemplo de cómo esas experiencias han tomado parte en la vida de los protagonistas de las historias de Auster es que el mismo pudo salir adelante gracias a la herencia que le dejó su padre. Tal argumento parece desarrollarse de forma insistente en sus novelas: la vida apocada e inconsciente de alguien da un giro de la noche a la mañana tras el cobro de una herencia inesperada o de un encuentro involuntario. Novelas como El Palacio de la Luna y La música del Azar son dos muestras de ello.
El cuaderno rojo de Paul Auster no es sólo una reflexión sobre coincidencias e infortunios. Además de contener una carga de optimismo en cada historia, nos permite conocer mejor al autor y su obra. Comprender mejor la intencionalidad de sus novelas.